Algunas soluciones a las ecuaciones de la teoría general de la relatividad de Einstein, dice un breve artículo de New Scientist, permite tanto la retrogradación como el contacto de los cuerpos con sus "versiones" más jóvenes.
En un preprint aparecido en arXiv, Daniel Greenberger, experto en superposición cuántica de muchas partículas e interferometría de neutrones de la Universidad de la Ciudad de Nueva York y Karl Svozil de la Universidad de Tecnología de Austria demuestran que las características elementales de la teoría cuántica impiden que los viajeros del tiempo alteren el pasado.
Esta limitación surge por la naturaleza cuántica de las cosas. Un objeto cuántico esparce su existencia en una multiplicidad de ondas componentes y cada onda sigue un camino propio en el espcacio-tiempo. Al final, lo que llamamos objeto o cosa física existirá en el lugar que ocurra una recombinación o superposición constructiva de todas esas componentes ondulatorias. En aquellos sitios en los que la probabilidad de interferencia constructiva es baja, el objeto tiene pocas posibilidades de existir.
La teoría cuántica permite el viaje en el tiempo porque nada impide que las ondas retrograden. Sin embargo, las ondas que invierten su marcha temporal interfieren destructivamente y anulan así la probabilidad que un cuerpo que está aquí y ahora desaparezca para emerger en el pasado. Por esta razón, por más que la relatividad general lo permita, no habrá dos versiones del mismo cuerpo en un instante dado.
En las conclusiones de su trabajo, Greenberger y Svozil dicen que si uno viajara al pasado sólo vería aquellas alternativas consistentes con el mundo que deja detrás (que incluye la preparación del viaje). Es decir, "aunque Ud. es consciente del pasado, no puede cambiarlo" y enfatizan "no importa lo improbable de los eventos que pudieron haberlo conducido a sus circunstancias actuales, una vez que ocurrieron no pueden alterarse.
Los autores piensan que es perfectamente lógico asumir que uno tiene muchas elecciones y que es libre de tomar cualquiera de ellas. Hasta el momento que se toma dicha elección, el futuro no está determinado; no obstante, cuando uno decide, esta decisión lo lleva a un futuro particular.
"Al mirar hacia atrás, el mundo es determinista; sin embargo, si se mira hacia adelate, el futuro es probabilístico. Esto explica las paradojas clásicas", concluyen.
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Gracias, Julieta.